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Faltan palabras

junio 1, 2017

No pensaba escribir nada hasta dentro de unos meses, pero hay momentos en los que resulta casi imposible contenerse y éste es uno de ellos.


Pocos son ya los medios extranjeros que prestan atención a la investigación de la catástrofe de Smolensk del 10 de abril de 2010 en la que fallecieron 96 pasajeros del tupolev del gobierno polaco, incluyendo al presidente Lech Kaczyński y a su esposa. Si algo se publica, suele ser en el contexto de la “caza de brujas” que supuestamente el actual gobierno de Ley y Justicia ha organizado contra políticos de la oposición y contra Donald Tusk.

Se sigue dando fe a la curiosa teoría de que la cooperación con los servicios rusos fue modélica y cualquiera que afirma lo contrario es acusado de conspiranoico.

Desde noviembre del año pasado se han llevado a cabo 22 exhumaciones de las 83 que ha ordenado la fiscalía polaca por sospechar de errores en los doc. Desde el mismo comienzo salieron a la luz hechos chocantes, pero los descubrimientos de la última semana parecen salidos de una imaginación enferma.

Me limitaré a exponer los descubrimientos de la última semana (9 exhumaciones) y declaraciones de políticos que en el momento de la catástrofe ostentaban el poder. Saquen ustedes sus propias conclusiones acerca de si el Estado Polaco y el gobierno de la Plataforma Cívica «aprobaron el examen» en aquel fatídico abril de 2010 y sobre si la cooperación con los autoridades rusas fue tan ejemplar:

En el féretro del general Wlodzimierz Potasinski: restos de los cadáveres de otras cuatro personas;
En el féretro del general Bronislaw Kwiatkowski: partes de los cuerpos de siete personas más. Los restos se encontraban en el interior de bolsas de plástico negras, atadas;
En el féretro de la azafata Aleksandra Natalia Swiat: restos de cadáveres de otra persona;
En el féretro del general Tadeusz Płoski, obispo castrense del Ejército Polaco sólo se encontraba la mitad de su cuerpo. La otra estaba en el ataúd del general Miron Chodakowski, obispo ortodoxo del Ejército Polaco;
En el féretro de la azafata Natalia Januszko: restos de los cadáveres de otras cinco personas;
Restos de la ministra de desarrollo regional Grazyna Gesicka han sido encontrados en al menos seis tumbas;
Antes se habían descubierto dos casos en que los cadáveres no se encontraban en el féretro correspondiente – ya van seis cadáveres en tumba ajena. Uno de ellos era el del último presidente de Polonia en el exilio, Ryszard Kaczorowski.

“Las exhumaciones tienen como fin demostrar la tesis de Antoni Macierewicz (de que hubo un atentado – n.d.a.). Llevan 6 años engañándonos y jugando con la desgracia ajena”.
Ewa Kopacz, exprimer ministra, entonces ministra de sanidad, enviada a Rusia en representación del gobierno de Polonia tras la catástrofe – 9.11.2016

“Son un espectáculo, no parte de la investigación de la catástrofe”;
Grzegorz Schetyna, ahora líder de Plataforma Cívica – 14.04.2016

“No debo comentar la determinación de algunas familias para llegar a la exhumación de los cadáveres, incluso si no lo comprendo, porque no lo comprendo. Pero, por lo que se ve, hay alguna necesidad en los sentimientos heridos de las familias de las víctimas”.
Donald Tusk, entonces primer ministro – 16.03.2012

“¿Para qué quiere Ley y Justicia estas exhumaciones? Para seguir montando alrededor de la catástrofe de Smolensk insinuaciones y suposiciones diversas. No, no veo la necesidad de las exhumaciones. La fiscalía bajo la dirección de un político, que está involucrado en la política activa, impone las exhumaciones también a las familias que expresamente se han negado a ellas, quieren paz y que se cierren para siempre esos féretros”.
Expresidente Bronisław Komorowski, entonces presidente del Congreso (Sejm) – 14.11.2016

“El sacrum está siendo increpado por Ley y Justicia. ¡Basta ya!” (sic!)
Ryszard Petru, hoy líder de los liberales de izquierda de .Nowoczesna, (dando muestras de los continuos problemas que le supone hablar en su propio idioma):

“Hay enfermedades que consisten en que a uno le gusta excavar en los fiambres”
Lech Wałęsa – 17.11.2016

Pero el más espectacular es de nuevo de Ewa Kopacz, del 28 de abril de 2010:
El menor pedazo analizado, el menor resto encontrado en el lugar de la catástrofe, cuando excavaron con el mayor esmero la tierra en el lugar del accidente hasta más de un metro de profundidad, cribándola cuidadosamente, a todos los restos encontrados se les hizo un análisis genético

P.D: en el féretro del presidente Kaczyński había restos de otras dos personas. Continuará, por desgracia…

Huida a Nigeria

abril 10, 2013

Donald Tusk se va a Nigeria. El primer ministro polaco evita estar presente en los actos conmemorativos del tercer aniversario de la catástrofe de Smolensk, la hecatombe que ha dividido la nación polaca hasta límites insospechados desde la caída del comunismo. Tusk hizo una ofrenda floral aún de madrugada y luego salió desde el aeropuerto Fredyryk Chopin hacia Lagos.

No extraña tanto la actitud del mandatario si tenemos en cuenta que cada mes que pasa aumenta el número de los indignados por la actitud del gobierno polaco antes y después de una catástrofe que dista de estar aclarada.

Lo primero que llama la atención es el crecimiento ininterrupido del número de personas que opinan que Lech Kaczynski y sus 95 acompañantes murieron en un atentado. Si al año de la muerte del presidente solo el 8% de los polacos pensaban que el avión del gobierno polaco en el que viajaba el presidente fue intencionadamente siniestrado, hoy ya más del 25% admite esa posibilidad, el 52% no sabe qué opinar, y los que consideran que todo está ya explicado son el 34%.

Quizá más normal sería que las teorías conspiranoicas fueran de más a menos, pero la situación es comprensible si tenemos en cuenta numerosos factores que hacen sospechar de la buena voluntad de los investigadores. La opinión pública polaca se sintió engañada muchas veces, y eso ha chocado con las aseguraciones de Tusk y sus ministros de que la colaboración con Moscú estaba siendo modélica. No lo fue desde el principio.

En primer lugar, esta catástrofe aérea es quizá la única en el mundo civilizado que ha sido investigada por parte de un país sin examinar siquiera los restos del avión. No solo permanece aún este en un depósito en Smolensk, sin que la Federación Rusa lo haya siquiera reconstruido, como estipula la Convención de Chigago, elegida como marco de la investigación, sino que han dado la vuelta al mundo las imágenes de su demolición por parte de funcionarios rusos. No es precisamente el estándar con el que se investigó el atentado de Lockerbie…

Luego, resultó escandaloso el trato dado a los cadáveres: además de que se hicieron las autopsias antes de que llegaran los forenses polacos, los ataúdes fueron sellados y las autoridades de Polonia se negaron a comprobar que todo estuviera en orden, hasta que varias exhumaciones a petición de familiares –asombrados por tremendos errores en los partes médicos-, probaron que algunas de las víctimas no estaban enterradas en sus tumbas.

Fue asombrosa la seguridad con que se suministró a los medios de comunicación desde el primer momento la información de que todo se había debido a un error de los pilotos, que había tratado de aterrizar cuatro veces, quizá forzados por el general Blasik, supuestamente ebrio, a quien el propio presidente Kaczynski habría enviado a la cabina para obligarles a tomar tierra en Smolensk. Ya el día de la catástrofe entre los diputados del partido de Tusk se distribuyó un escueto mensaje telefónico en el que se culpaba a los pilotos. Pues bien, las cajas negras –de las cuales, por cierto, una sigue sin aparecer-, desmienten esta teoría: el general no aparece en ningún momento en la cabina y sus restos mortales fueron encontrados en un sector lejano al lugar donde los pilotos fueron hallados, con lo que toda la teoría de la presión se volatiliza, pero más interesante es darse cuenta de que no hubo intento de aterrizaje, sino un reconocimiento, y que el piloto da la orden de irse en el momento adecuado según las coordenadas recibidas de la torre de control. Magia, datos sacados de la chistera. Parece igualmente es mágico el abedul con el que supuestamente chocó el avión e hizo que cayera boca abajo: además de ser tan resistente que hizo que el avión perdiera un ala, las tres medidas que nos han dado de él en estos años difieren totalmente entre sí: y la última es de 666 centímetros, para más inri.

La Fiscalía polaca también echó más madera al fuego cuando a final del pasado octubre desmintió que se hubieran hallado restos de T.N.T. en el avión, y al cabo de nas semanas se viera obligada a admitir que los aparatos habían señalado precisamente la existencia de dicho componente. En este punto asombra también que las primeras pruebas pirotécnicas se tomaran a los dos años y medio de la tragedia.

No, los polacos no son más dados a la conspiranoia que el resto de los europeos.Los pocos ejemplos expuestos no prueban que haya sido un atentado, pero sí llevan a tratar como poco serias las explicaciones e informes que nos han llegado hasta la fecha.

Dementi

diciembre 17, 2012

Hablaba hace unas semanas de la «papilla informativa» con que nos deleitan los medios de comunicación. No lo escribí por creerme en poder de información privilegiada, pero sí por saber, después de años en Polonia, que las primeras planas en Europa del Este hay que verificarlas pasadas al menos dos semanas.

30.10, 06:30 de la mañana – portada del diario Rzeczpospolita: “Trotilo a bordo” – el periodista Cezary Gmyz afirma que cuatro fuentes distintas le han confirmado que el equipo de peritos y fiscales que analizó los restos del avión de Kaczynski encontró huellas de explosivos.

30.10, 12:30 horas – coronel Ireneusz Szelag, jefe de la Fiscalía Militar: no hemos encontrado rastro de explosivos en el avión.

30.10, 12:00 horas – Jaroslaw Kaczynski, jefe de la oposición: “El asesinato del presidente y de 95 personas es un crimen inaudito. Todo el que cooperó en él, aunque haya sido con trapacerías, debe cargar con las consecuencias”.

30.10, 16:30 horas – Donald Tusk, primer ministro de Polonia: “es algo inadmisible que el líder de la oposición, sirviéndose de un material de prensa inexacto, llegue a conclusiones devastadoras para el Estado Polaco”.

30.10 por la tarde – Tomasz Wróblewski, redactor jefe de Rzeczpospolita: «Nos equivocamos cuando hoy escribimos acerca del trotilo y la nitroglicerina. Podían ser, pero no es seguro que fueran estos componentes». Wróblewski se pone a disposición del dueño del periódico, pero Cezary Gmyz, autor del artículo, mantiene su postura.

01.11 – prensa internacional: Revuelo en Polonia por una falsa noticia en Rzeczpospolita, según la cual en el avión de Kaczynski habría restos de TNT y nitroglicerina.

Y aquí, pasadas unas horas, parece que se acaba la escena. Pero no es así, solo que falta paciencia, ha dejado de ser breaking news. Han ocurrido cosas interesantísimas…

6.11 – Wróblewski y Gmyz son despedidos de Rzeczpospolita.

8.11  – Sale a la luz que el dueño de Rzeczpospolita, Grzegorz Hajdarowicz, habló en la madrugada antes de la publicación del texto de marras con Pawel Gras, portavoz del gobierno de Donald Tusk…

05.12 Fiscalía Militar: “que el detector señale “TNT” no quiere decir que halla encontrado explosivos”. La Fiscalía afirmó también que podían ser restos de cosméticos, de betún o de salchichas, o restos de explosivos de la II Guerra Mundial (sic!); respuesta del fabricante de los detectores, Jan Bokszczanin: “si los aparatos indican trotilo, la probabilidad de que no lo haya es igual a cero… ¿Cómo apareció el trotilo en ese lugar?… Eso ya no es asunto mío”.

10.12 Jaroslaw Gowin, ministro de justicia de Polonia: “hoy ya sabemos que en el avión de Kaczynski había trotilo, pero de eso a afirmar que hubo un atentado hay un largo camino”

13.12 Radek Sikorski, ministro de asuntos exteriores de Polonia: pide a la baronesa Ashton ayuda para recuperar el avión de Kaczynski. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso responde da muestras de su extrañeza e informa que, de momento, eso es imposible.

14.12 Donald Tusk –primer ministro de Polonia: “Rusia a veces expone su punto de vista acerca de la devolución del avión (de Kaczynski) de un modo arrogante.  Rusia se pone en una situación ambigua al no entregárnoslos”.

O sea, que sí había trotilo. Lo cual no quiere decir que esa fuera la causa de la catástrofe. Pero si estaba todo tan claro, ¿para qué negar la mayor? Si antes de despeguar había ya restos de trotilo en el avión y lo dejaron despegar, malo. Si aparecieron después, peor.

Por otro lado ¿no andaba tan bien la colaboración con el Kremlin? Pues no: no andaba, ni anda, ni andará. Lo dije y lo repito: da igual que Putin y sus servicios no tuvieran nada que ver en la catástrofe. Para ellos es una ocasión fabulosa de influir en la política interna polaca. Lo ideal desde su punto de vista es que parezca un atentado pero sea imposible demostrarlo. Que Sikorski y Tusk se den cuenta pasados dos años y medio de la catástrofe de que Moscú no ayuda en la investigación los deja en muy mal lugar. El problema no es que Rusia obstruya, sino que las propias instituciones polacas hacen todo lo posible para no hacer nada. Entre tanto, parece que ya son siete los cadáveres que no fueron enterrados en sus tumbas. Ni los entierros los hicieron bien.

Y sobre el chivatazo del dueño de Rzeczpospolita al portavoz de de Tusk, no hay palabras. Hajdarowicz se hizo con el periódico más serio del país gracias a la ayuda inestimable del gobierno, que presionó al dueño de Rzeczpospolita, la británica Mecom, hasta que consiguió que vendiera sus acciones. Hajdarowicz no tenía tanto dinero. Lo compró gracias a un crédito de Leszek Czarnecki, uno de los hombres más acaudalados del país, de quien por cierto Rzeczpospolita escribió años atrás que había sido confidente de la policía secreta comunista.

Durante los primeros meses Hajdarowicz se limitó a cambiar de redactor jefe. Pawel Lisicki pasó a dirigir el semanal Uwarzam Rze, también propiedad de la misma compañía, pero parecía que seguiría habiendo libertad a la hora de escribir. Lisicki, que criticó a Hajdarowicz en una entrevista por sus métodos, también fue despedido, pero en solidaridad con él abandonaron la revista treinta periodistas. Eso no pasa todos los días.

Está cada vez más claro que Hajdarowicz recibió el encargo de hundir un diario que le buscaba las cosquillas al gobierno y que toda esta operación poco tiene que ver con el libre mercado. Lo está haciendo maravillosamente bien.

Un consejo antes de terminar: tengan cuidado si se limpian los zapatos antes de entrar en un avión, o si se comen un chorizo: lo mismo los detienen por llevar explosivos a bordo.

¡…y además era pelirroja!

noviembre 17, 2012

En estas últimas dos semanas hemos pasado en Polonia por un auténtico vendaval, de nuevo a causa de la catástrofe Smolensk. Y puedo añadir que lo había anunciado con semanas de antelación.

El principio de la secuencia es bien conocido: primero el diario Rzczepospolita anunció que habían encontrado restos de TNT y nitroglicerina en el avión en el que se estrelló el presidente Kaczynski. Pocas horas después, Jaroslaw, el gemelo, pide la dimisión del gobierno de Donald Tusk, y al rato la Fiscalía Militar explica en rueda de prensa que no se había encontrado nada.

A los pocos días, el dueño del diario anuncia el cese del periodista que dio la noticia, el del redactor jefe y otras dos personas.

Lo que supimos algo más tarde, por casualidad, fue que la madrugada en que se estaba preparando la publicación de la noticia el dueño de Rzeczpospolita mantuvo un encuentro con el portavoz del gobierno…

…y que despidió al periodista Cezary Gmyz porque éste se negó a comunicarle cuáles habían sido las cuatro fuentes de las que había obtenido esa información.

Pintan bastos para el periodismo de investigación en Polonia. Ya pintaban desde hacía tiempo. De hecho, muchos nos preguntábamos cuánto tiempo iba a durar el periódico Rz siendo crítico al gobierno cuando, después de una operación de acoso y derribo, el anterior accionista mayoritario, la británica Mecom, fue practicamente obligado a vender el 51% que poseía a un hombre de negocios cercano al partido del gobierno de Tusk. De esta manera, quedó la práctica totalidad de los medios de papel en manos de una opción política, dueña además desde hace tiempo de todos los grandes canales de televisión. Pluralismo de medios, que se dice.

Pero no quería escribir sobre esto, sino sobre la Fiscalía y sus meteduras de pata. Cómo ocurrió exactamente lo de Smolensk, aún no lo sabemos, pero creo que llegaremos en no demasiado tiempo a la verdad de la cuestión si quien nos lo ha de obstaculizar es precisamente esta Fiscalía:

Volvamos al principio: Rzeczpospolita escribe lo del TNT y la Fiscalía manda un mensaje claro: «ahí no había nada, o por lo menos aún no lo sabemos». Dicen esto después de que, pasados más de dos años, por fin vaya alguien a Smolensk con un detector de explosivos y a medir de una vez el abedul con el que supuestamente chocó el avión, que también se las trae…

Luego los medios afines al gobierno nos dicen que el detector pudo ver algo, pero que podían ser restos de perfumes. Luego que restos de materiales explosivos que se habrían quedado en el avión provenientes de ropa de militares que habían estado en Afganistán. Los más «graciosos» sugerían que podían ser explosivos de la II Guerra Mundial que habrían quedado en los campos de Smolensk.

Pero para finalizar la faena, la Fiscalía Militar informa de que «debido a la presión de la opinión pública», han hecho las mismas pruebas en otro avión Tupolev de uso del gobierno, y en él «también» (sic!) había restos de materiales de alta carga energética, así que no hay de qué preocuparse porque eso es algo normal.

Señores ¿hay o no hay? ¿Ser o no ser? ¿Sólo o con leche?

Es como en el chiste en el que la esposa le echa en cara al marido que la está traicionando con una rubia.

– Te prometo que no te estoy engañando con nadie… ¡y además era pelirroja!

Explosión en el psiquiátrico

octubre 28, 2012

Polonia es un país de locos. Quién más, quién menos, seguro que casi todos lo que han pasado por la experiencia de vivir una temporada larga en un país post-comunista pueden decir lo mismo. Pero quería ir algo más allá de la metáfora: en Polonia triunfa la locura en el sentido literal de la palabra, pero quien se conforma con la dosis diaria de papilla pseudo-informativa que las agencias nos suministran de un tiempo a esta parte no podrá enterarse.

Digo que Polonia es un manicomio porque basta con hacer algo de hemeroteca para descubrir que es algo fuera de lo normal la cantidad de teorías que se atribuían exclusivamente a grupos marginales de locos o extremistas y que han acabado siendo ciertas. El último episodio de esta larga serie es, sin duda, el más simbólico, pero por desgracia es también el más macabro y quizá el de consecuencias más desastrosas para Polonia y los países de la zona. Me refiero, por supuesto, a la investigación de la catástrofe de Smolensk.

Más que globalizado, no creo andar muy descaminado si afirmo que el mundo esta goebbelslizado. Después de vertir hectolitros de mentiras o de desinformar involuntariamente durante meses, ¿qué medio de comunicación va a preocuparse de rectificar pasados unos años, cuando la “inmediatez” ha dejado de existir y el espectador solo espera que el show continúe? Por fortuna, tienen los polacos experiencia sobrada en esta materia, y paciencia, toneladas de paciencia.

Pero vayamos al grano. Ya escribí en su momento que seguíamos desconociendo lo que había pasado con el avión de Kaczynski, pero que sí sabíamos algo de lo que no había ocurrido. Lo que, con honrosas excepciones, nos transmitió la inmensa mayoría de los medios extranjeros fue lo que quiso Putin: que el avión se cayó por culpa de los pilotos, que trataron imprudentemente de aterrizar cuatro veces en el aeropuerto de Severnyy cuando la niebla lo impedía, y que lo hicieron seguramente por presión del “primer pasajero” –el presidente Kaczynski, que envió a la cabina como emisario a uno  de los generales de más rango. El choque del ala con un abedul hizo el resto. Quienes dudaban de esta versión eran, sin duda, energúmenos irresponsables cuyo único motivo tiene que ser por fuerza el odio a Rusia o una conspiranoia profunda: locos. Y daba igual que no afirmaran en voz alta que había sido un asesinato –seguro que, en lo más profundo de su ser, estaban pensando en eso. Además, era cierto que Estado polaco había cometido algunos errores en la preparación del viaje, pero luego fue capaz de levantar cabeza: aprobó duro el examen de madurez al que fue sometido, nos decían.

Dos años y medio después, los restos del avión siguen en Rusia, igual que los originales de las cajas negras. Se demostró rapidamente que los pilotos no trataron de aterrizar ni una vez, y que la presencia del general en la cabina es un mito, y que en lo que había en el aeropuerto de Smolensk era más bien una torre de descontrol. Pero ni eso ni las repetidas humillaciones a las que Putin sometió al primer ministro polaco Donald Tusk a lo largo de los siguientes meses fueron suficientes para que la opinión pública polaca dejara de dar por válida la versión oficial.

Pero he aquí que las exhumaciones de dos de los más eminentes viajeros del siniestrado avión sí han logrado poner patas arriba el juicio de los ciudadanos. Anna Walentynowicz, heroína de “Solidaridad” no reposaba en su tumba. Ryszard Kaczorowski, último presidente polaco en el exilio, seguramente tampoco. Ni de sepultar dignamente a sus representantes fue capaz el Estado polaco.

Ahora el gobierno y sus voceros callan. Mientras, la semana pasada tuvo lugar en Varsovia una conferencia científica dedicada a la catástrofe. ¿Y cual es el resultado de las investigaciones de los más afamados investigadores polacos (incluyendo a expertos con experiencia en la NASA)? Voila: ¡dos explosiones cuando el avión aún estaba en el aire!

No salió por ningún sitio la palabra atentado. Se desconoce aún el origen de las explosiones. Yo mismo sigo sin estar convencido del derribo intencionado del avión, pero no porque no crea capaces de algo así a los responsables del “rescate” de los rehenes del teatro Dubrovka, de la “liberación” de los marineros del Kursk o de volar varios bloques de edificios en Moscú para justificar una guerra en Chechenia. La respuesta “esas cosas no pasan” me parece ingenua. Cómoda, por supuesto, pero letalmente ingenua. De hecho, como bien señalan algunos periodistas, el Kremlin ha logrado desde entonces casi sin esfuerzo todo aquello que se había propuesto en esta zona de Europa.

Sería fácil tumbar una hipótesis tan alocada teniendo todos los medios al alcance de la mano, pero el gobierno polaco calla. Elocuente silencio. Y ese es el principal problema: que Smolensk es cuestión de fe. Y para Putin esta situación es ideal: puede según su antojo dejar que aparezcan pruebas en uno u otro sentido para hundir a Tusk o sacarle del aprieto según convenga. Da igual que fuera un atentado o no porque el resultado es el mismo: él gana.

Siete años de infamia

octubre 7, 2012

Algunos ejemplos -¿cuántos van ya? – de la crisis de un sector en decadencia, en el que factores como talento y esfuerzo han dejado de primar y no son precisamente los mejores los que se libran de los EREs.

Hay países con tendencias ciertamente masoquistas, pensarán algunos. El partido de Jarosław Kaczyński, Ley y Justicia, ganaría hoy las elecciones parlamentarias en Polonia con casi un 40% de apoyo popular, según los últimos sondeos. Pero ¡si nadie quería verlo ni en pintura! Y además ¿no se estaban normalizando los polacos? ¿No se habían vuelto tan proeuropeos? La situación sería incomprensible si nos dejaramos guiar unicamente por la información que ha estado saliendo al exterior.

Sólo la verdad es interesante, decía aquel gran escritor, tan injustamente olvidado, Józef Mackiewicz. Cuando pase el tiempo y alguien revise en los anales periodísticos lo que se ha escrito en el extranjero sobre Polonia desde 2005, podrá llegar a dos conclusiones: o los corresponsales con sede en Varsovia se dedicaron a escribir solo de oídas, sin contrastar, o, peor aún, enviaron a conciencia a sus redacciones matrices una imagen distorsionada de este país.

En 2007 cayó el gobierno de Kaczyński y fue sustituido por el de la Plataforma Cívica de Donald Tusk. Kaczyński irritaba con razón a muchísima gente, especialmente por sus formas, y su gabinete parecía con frecuencia estar sumido en el caos. Lo que no podía esperarse, porque por aquel entonces los partidos de ambos líderes se parecían mucho tanto por sus principios como por la gente que los componía, era que se cumpliera a la letra la antigua máxima: que el poder absoluto deprava absolutamente. Y, especialmente desde la catástrofe de Smoleńsk, la Plataforma ha detentado un poder desconocido en este país desde la caída del comunismo.

No quiero aburrir con apellidos impronunciables y situaciones que a nadie suenan. Sobre todas y cada una de las siguientes cuestiones puedo dar datos concretos. Quien esté interesado, puede preguntarme.

Se han vertido hectolitros de tinta sobre, por ejemplo, los supuestamente graves problemas de los homosexuales en Polonia, mientras que ahora hay gente condenada a pena de prisión por ofender en una página de internet al presidente del país –pero como no se llama Pussy Riot, es como si no existiera.

Se sigue hablando de la época de los Kaczyński (ahora solo uno) como de un periodo de opresión, cuando ahora Polonia se encuentra a la cabeza de la UE en número de escuchas telefónicas policiales por ciudadano.

Se regodeaban del oscurantismo del anterior gobierno, y es ahora cuando existe auténtico miedo en las universidades a investigar temas espinosos y hay quien se ha visto obligado a emigrar por escribir “sin autorización” sobre Lech Wałęsa.

Igual ocurría con la libertad de expresión, supuestamente amenazada entonces, mientras que es hoy cuando uno se arriesga a que los jueces lo condenen a pagar onerosas multas si critica al redactor jefe de uno de los periódicos pro-stablishment. Es más, uno puede ser demandado por escribir que ese periodista intimida a otros por medio de denuncias. Hasta hace bien poco, era capaz de eliminar de la vida pública a quien quisiera con un editorial, ahora necesita la ayuda de los jueces, se ve que su pluma ya no le basta para convencer.

Antes nos querían imponer a todos un cristianismo casposo y rancio por la fuerza, decían, y resulta que ahora se le impide el acceso a la plataforma digital a una televisión católica solvente empleando oscuros tejemanejes que ocultan una motivación política, mientras se deja entrar a otras cuyas garantías financieras son inexistentes.

El populismo era un gravísimo problema entonces: en el régimen actual el clientelismo y la contratación masiva de funcionarios ha llegado a límites inéditos en la historia de la Polonia contemporánea y la corrupción vuelve a ser un problema grave. El amiguismo es visible en la cúpula entre el poder ejecutivo y el judicial.

El de los gemelos era un gobierno incapaz: éste ha conseguido que para llegar desde Varsovia a Gdańsk se necesite más tiempo que antes de la II Guerra Mundial, construir una línea de metro en la capital raya el milagro y cada tramo de autopista, en un país llano como la palma de la mano, es una odisea –y el doble de cara que en España, además.

Supuestamente las relaciones con Rusia han vuelto a la “normalidad”, pero resulta que dos años y medio no son bastantes para que los restos del avión presidencial siniestrado en Smoleńsk sea devuelto a su legítimo dueño, que es el Estado polaco, y que, siendo país de tránsito, se paga por el gas una de las tarifas más caras de la UE.

Smoleńsk es un episodio aparte. Normalmente, acontecimiemtos de este tipo son fuente de todo tipo de conspiranóias que pueden seguir funcionando en el imaginario popular, aunque cada vez con menos fuerza. Aquí, los errores, falsedades y escándalos -profanación de cadáveres incluída- con que nos han deleitado han sido de tal envergadura que, si un año después del desastre un 8% de los polacos creían en un atentado, en abril de 2012 eran ya un 18% y sigue aumentando, con motivo.

Podría seguir. Logicamente, los periodistas extranjeros no tienen culpa de que Polonia sea cada vez más parecida a una república bananera –hay quien habla de Bielorrusia-, pero entonces ¿por qué han estado mostrando una imagen tan distante de la realidad? Ellos sabrán. Se me ocurren dos explicaciones:

La primera es conviene a países terceros y lobbies diversos dar palmaditas en la espalda a los actuales mandatarios polacos, tan blanditos y fáciles de manejar. No me refiero a complots de ningún tipo, basta con aprendices de periodistas cegados por la dictadura de lo politicamente correcto.

La segunda es que, como en tantos otros ambientes, el periodismo funciona muchas veces a base de confianza, lo cual no es malo. El problema del caso polaco radica en que los medios de fuera la han tenido depositada ciegamente desde hace cuarenta y cinco años en una sola persona con nombre y apellido que sí mencionaré: Adam Michnik, fundador -junto a Wajda, etc.- de la mítica Gazeta Wyborcza, ex-disidente de la época comunista, precisamente aquel redactor jefe a quien tan arriesgado es criticar del que hablaba hace unos párrafos. La gente cambia, a veces para mal. Desde el exterior pueden no darse cuenta, pero a quienes han estado aquí debería encendérseles una lucecita tras ser testigos de la condena de un poeta porque, según sentencia el juez, «las opiniones negativas sobre Adam Michnik violan los principios de convivencia social«.

Solo la verdad es interesante, decía Mackiewicz. Uno puede consolarse pensando que ya vendrá el juicio final para poner las cosas en su sitio. Sin embargo, creo no tendremos que esperar tanto para que muchos, si conservan un mínimo sentido de la decencia, se desdigan de las mentiras de las que han estado viviendo. Es más, pienso que van a arrepentirse de haber dejado escapar una gran ocasión. Aviso: este otoño va a ser acalorado en Polonia y los pillará a contrapié.

Laicismo de quita y pon

noviembre 29, 2011

El fenómeno del nuevo «laicismo» en Polonia es sólo un juego de «post-política»: abundancia de cinismo y escasez de ideología.

(escrito para Aceprensa)

Hace tan sólo unas semanas Janusz Palikot era un «donnadie», otro más en la lista de los politicos deshauciados. De la noche a la mañana pasó de ser el bufón de la corte a adalid de las minoría discriminadas, defensor de los oprimidos por el Estado y martillo contra la Iglesia polaca. Entró en el renovado Parlamento con cuarenta diputados y los medios progresistas tanto nacionales como extranjeros lo ponen en un pedestal y se congratulan de los profundos cambios ideológicos que, opinan, tienen lugar en Polonia. (más…)

¡Había una vez… un circo!

noviembre 20, 2011

– «La culpa de todos nuestros males la tienen los judíos y los ciclistas.»

– «Oiga, pero ¿por qué los ciclistas?»

– «¡Antisemita! Así que eres de los que creen que los judíos son los culpables de todo!»

Este viejísimo chiste viene bien para ilustrar el absurdo con el que se tendrá que enfrentar durante los próximos cuatro años todo aquel que quiera seguir la política a orillas del Vístula.

El espectáculo protagonizado por Janusz Palikot y sus cuarenta acólitos en el Parlamento polaco acaba de comenzar. La frase de la semana pertenece, como no, a éste diputado, escandalista número uno, que así comentó la composición del nuevo gobierno del «liberal» Donald Tusk:

«… hablo de Tomasz Arabski, Radosław Sikorski y Jarosław Gowin, que son funcionarios de los servicios secretos católicos en el gobierno polaco». Y sigue: «No finja (por Tusk) que no sabe usted que si la Iglesia quiere influir en alguien, envía a la gente del Opus Dei a diversas instituciones que ejercen influjo sobre ellos. Si el país ha de ser laico de acuerdo con la Constitución, gente que trabaja como funcionario de los servicios secretos del Opus Dei no debe estar en este gobierno».

Es bien sabido que Janusz Palikot es un tipo inteligente, así que pensaré que sabe que lo que dice es una soberana estupidez y que tiene sus motivos para actuar de ésta y no de otra manera. Si por lo menos fuera verdad, pues bueno, sería cosa de las fobias de un personaje que fue en su momento mecenas de una revista conservadora dirigida a gente joven tipo «generación JPII», y que luego vio que mejor negocio sería hacerse pastor de un rebaño sin líder: la nueva izquierda polaca. Cinismo.

Estas palabras no nos dicen nada de Palikot, que, según me dice el reconocido consejero político Eryk Mistewicz, es un «representante de la post-política», donde no importan las convicciones, sino la eficacia en llegar a los potenciales votantes. Nos dicen mucho más del perfil del votante del Movimiento Palikot: gente con pocas ideas y más bien espesas.

Otra cuestión es el motivo: personalmente, pienso que de lo que se trata es de «encubrir» el escándalo en que se ha visto envuelta la diputada de Palikot Wanda Nowicka. El juez no ve delito en que la periodista Joanna Najfeld sostenga que Nowicka está en la nómina de empresas dedicadas al aborto. Algo había que encontrar urgentemente de lo que hablaran en las noticias.

Independencia pasada por fuego

noviembre 12, 2011

Se veía venir que no todo ayer iban a ser sonrisas en Polonia. En concreto, desde que se supo que organizaciones de extrema izquierda polacas habían invitado a sus «hermanas» de Alemania a boicotear la «Marcha de la Independencia», un evento de carácter supuestamente «neonazi» que iba a desfilar por las calles de Varsovia.

Las hostilidades no pudieron empezar de un modo más grotesco: hacia el medio día, una partida de anarquistas, muchos venidos de Alemania, creyó haberse topado con un batallón de nacionalistas polacos vestidos con uniforme militar. Dieron la orden de ataque y comenzó la pelea con lo que era sólo un grupo de actores con uniformes de la época napoleónica. Los «huéspedes» se comportaron por lo general de forma agresiva, y bastaba una bandera blanquirroja, la enseña polaca, ser tomado por nacionalista y atacado. Se refugiaron, escoltados por la policía, en una cafetería perteneciente a un grupo de la izquierda radical, de donde fueron más tarde desalojados. Unas cien personas fueron arrestadas.

A las tres, hora del comienzo de la marcha, los veinte mil participantes se encontraron con que la ruta estaba bloqueada por los antifascistas. La policía dividía ambos grupos. Ante la imposibilidad de seguir adelante, energúmenos que también tomaban parte en la marcha (miembros de organizaciones marginales de extrema derecha o de hooligans) se decidieron a atacar a la policía usando para eso botellas y adoquines. Mientras, la mayoría de los participantes -mayoritariamente familias y gene joven- dio la vuelta pacíficamente, modificando el recorrido de la manifestación.

Todo discurrió con normalidad hasta que la marcha llegó al lugar en el que había de disoverse. Después de pasar cierto tiempo coreando divisas de diversa índole, algunas patrióticas, otras contrarias al gobierno de Donald Tusk, la mayor parte de los presentes decidió volver a casa tan tranquilamente como habían venido, pero entonces tuvieron lugar actos vandálicos perpetrados por personajes cubiertos con pasamontañas. Dos coches de una cadena televisiva fueron incendiados a pesar de la oposición de los organizadores y de nuevo volaron botellas y piedras en dirección a los numerosísimos funcionarios de la policía presentes, aunque pasivos ante los primeros excesos. Los vehículos siniestrados pertenecían a la cadena TVN, que se encuentra también en estado de guerra con los hinchas del equipo Legia Warszawa. Los hooligans son además un colectivo que  hace unos meses sirvió de excusa al gobierno para mostrar mano dura, siendo la situación desde entonces de conflicto permanente.  Poco de patriotismo y muchas ganas de gresca con la policía en su actuación.

Este era uno de los casi treinta acontecimientos con los que la capital polaca celebraba el 93 aniversario de su independencia, pero su desarrollo ha empañado la imagen de los festejos.


Continuará…

octubre 10, 2011

Escrito para Aceprensa

 

Por primera vez tras la caída del comunismo un mismo partido gana las elecciones generales dos veces seguidas. Puede considerarse que Tusk ha vencido en un uno contra uno: por un lado él tenía pocos logros reales de su gobierno en los que apoyarse; por otro, Kaczyński es la mayor y única baza de Ley y Justicia… y su mayor lastre.

Como apuntan los expertos, en el partido de Kaczyński pueden seguir quejándose de que son derrotados debido al continuo bombardeo de los medios de comunicación -y quien conozca minimamente el panorama mediático polaco sabe que eso en concreto es cierto. Pero si un partido que aspira a regir el país pierde seis elecciones de forma consecutiva, y eso a pesar de la debilidad demostrable del gobierno, quizá debería reconocer que algo falla en lugar de repetir «ganaremos porque tenemos razón», como dijo Jarosław Kaczyński tras conocerse los resultados de los primeros sondeos.

En una democracia normal, lo lógico sería que el jefe de los continuamente derrotados dejase el puesto a otro. El problema es que Ley y Justicia no es un partido clásico, sino que depende totalmente del líder. Un líder que, en este caso, montó su agrupación no en base a gente con iniciativa propia, sino apoyándose en leales pretorianos, ejecutores de sus designios. Eso tiene que ver mucho con la historia personal de Kaczyński: un tipo al que más de una vez han dado por muerto políticamente hablando y al que ya le destrozaron su primer partido con métodos poco democráticos en los años noventa.

La experiencia acumulada le ha hecho caer en un «síndrome del combatiente», que difícilmente cuadra con los deseos de estabilidad de la mayoría de los polacos, incluyendo a la mitad de los habilitados para votar que decidieron quedarse en casa, cansados de su clase política.

Tusk tampoco lo va a tener sencillo. Ayer afirmó que los tiempos que se acercan no son buenos, pero quizá no vengan tan malos como para que se realice el «escenario húngaro» esperado por Kaczyński y los suyos.

Otro ganador es Janusz Palikot, con su partido anticlerical y antisistema. Hace unas semanas las encuestas (las perdedoras de todas las elecciones en este país), no lo veían ni en el parlamento. Logró alrededor de un 10%. Puede que no termine de ser relevante: para Tusk (responsable, recordemos, de la aparición de este fenómeno político) no es un aliado deseable, aunque tácticamente puede ser útil en ocasiones. Su gente es una incógnita, aunque bien el papel del partido bien puede reducirse al de «bufón de la corte» si, como parece probable, la coalición gobernante se mantiene igual.

Los mayores perdedores, eso sí está claro, son los post-comunistas, que quedan como quinto partido de país. El joven líder Grzegorz Napieralski creyó quizá que el buen resultado que obtuvo en las presidenciales del año pasado (casi un 14%). No ha sido así. El electorado progresista se lo robó Palikot y ahora pedirán su cabeza. Esto también supone un cambio de era.

P.D: confirmo, acaban de quitarse de enmedio a Napieralski