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Faltan palabras

junio 1, 2017

No pensaba escribir nada hasta dentro de unos meses, pero hay momentos en los que resulta casi imposible contenerse y éste es uno de ellos.


Pocos son ya los medios extranjeros que prestan atención a la investigación de la catástrofe de Smolensk del 10 de abril de 2010 en la que fallecieron 96 pasajeros del tupolev del gobierno polaco, incluyendo al presidente Lech Kaczyński y a su esposa. Si algo se publica, suele ser en el contexto de la “caza de brujas” que supuestamente el actual gobierno de Ley y Justicia ha organizado contra políticos de la oposición y contra Donald Tusk.

Se sigue dando fe a la curiosa teoría de que la cooperación con los servicios rusos fue modélica y cualquiera que afirma lo contrario es acusado de conspiranoico.

Desde noviembre del año pasado se han llevado a cabo 22 exhumaciones de las 83 que ha ordenado la fiscalía polaca por sospechar de errores en los doc. Desde el mismo comienzo salieron a la luz hechos chocantes, pero los descubrimientos de la última semana parecen salidos de una imaginación enferma.

Me limitaré a exponer los descubrimientos de la última semana (9 exhumaciones) y declaraciones de políticos que en el momento de la catástrofe ostentaban el poder. Saquen ustedes sus propias conclusiones acerca de si el Estado Polaco y el gobierno de la Plataforma Cívica «aprobaron el examen» en aquel fatídico abril de 2010 y sobre si la cooperación con los autoridades rusas fue tan ejemplar:

En el féretro del general Wlodzimierz Potasinski: restos de los cadáveres de otras cuatro personas;
En el féretro del general Bronislaw Kwiatkowski: partes de los cuerpos de siete personas más. Los restos se encontraban en el interior de bolsas de plástico negras, atadas;
En el féretro de la azafata Aleksandra Natalia Swiat: restos de cadáveres de otra persona;
En el féretro del general Tadeusz Płoski, obispo castrense del Ejército Polaco sólo se encontraba la mitad de su cuerpo. La otra estaba en el ataúd del general Miron Chodakowski, obispo ortodoxo del Ejército Polaco;
En el féretro de la azafata Natalia Januszko: restos de los cadáveres de otras cinco personas;
Restos de la ministra de desarrollo regional Grazyna Gesicka han sido encontrados en al menos seis tumbas;
Antes se habían descubierto dos casos en que los cadáveres no se encontraban en el féretro correspondiente – ya van seis cadáveres en tumba ajena. Uno de ellos era el del último presidente de Polonia en el exilio, Ryszard Kaczorowski.

“Las exhumaciones tienen como fin demostrar la tesis de Antoni Macierewicz (de que hubo un atentado – n.d.a.). Llevan 6 años engañándonos y jugando con la desgracia ajena”.
Ewa Kopacz, exprimer ministra, entonces ministra de sanidad, enviada a Rusia en representación del gobierno de Polonia tras la catástrofe – 9.11.2016

“Son un espectáculo, no parte de la investigación de la catástrofe”;
Grzegorz Schetyna, ahora líder de Plataforma Cívica – 14.04.2016

“No debo comentar la determinación de algunas familias para llegar a la exhumación de los cadáveres, incluso si no lo comprendo, porque no lo comprendo. Pero, por lo que se ve, hay alguna necesidad en los sentimientos heridos de las familias de las víctimas”.
Donald Tusk, entonces primer ministro – 16.03.2012

“¿Para qué quiere Ley y Justicia estas exhumaciones? Para seguir montando alrededor de la catástrofe de Smolensk insinuaciones y suposiciones diversas. No, no veo la necesidad de las exhumaciones. La fiscalía bajo la dirección de un político, que está involucrado en la política activa, impone las exhumaciones también a las familias que expresamente se han negado a ellas, quieren paz y que se cierren para siempre esos féretros”.
Expresidente Bronisław Komorowski, entonces presidente del Congreso (Sejm) – 14.11.2016

“El sacrum está siendo increpado por Ley y Justicia. ¡Basta ya!” (sic!)
Ryszard Petru, hoy líder de los liberales de izquierda de .Nowoczesna, (dando muestras de los continuos problemas que le supone hablar en su propio idioma):

“Hay enfermedades que consisten en que a uno le gusta excavar en los fiambres”
Lech Wałęsa – 17.11.2016

Pero el más espectacular es de nuevo de Ewa Kopacz, del 28 de abril de 2010:
El menor pedazo analizado, el menor resto encontrado en el lugar de la catástrofe, cuando excavaron con el mayor esmero la tierra en el lugar del accidente hasta más de un metro de profundidad, cribándola cuidadosamente, a todos los restos encontrados se les hizo un análisis genético

P.D: en el féretro del presidente Kaczyński había restos de otras dos personas. Continuará, por desgracia…

Nuevo panorama polaco

julio 28, 2015

Escrito para Aceprensa

La mayor sorpresa de los últimos meses en Polonia ha sido la derrota de Bronislaw Komorowski en su lucha por la reelección como presidente de la República. Tras una campaña llena de despropósitos, ni siquiera el apoyo incondicional de los medios estatales y de la inmensa mayoría de los privados fue suficiente para vencer al candidato de Ley y Justicia. La derrota es aún más dolorosa cuando tenemos en cuenta que antes del comienzo de la campaña electoral Andrzej Duda era un perfecto desconocido.

Jarosław Kaczyński asombró a todos, incluyendo a sus más fieles partidarios, al escoger a Duda como candidato de Ley y Justicia, pero el tiempo le dio nuevamente la razón (por tercera vez en este último cuarto de siglo: en 2005 hizo presidente a su hermano Lech y en 1990 encumbró a Lech Wałęsa, cuando las élites intelectuales de Solidaridad se decantaron por Tadeusz Mazowiecki).

Andrzej Duda, de 43 años, ha hecho gala durante la campaña de dinamismo y elocuencia, y se ha impuesto su visión de una presidencia más activa y menos representativa. La estrategia del equipo de Komorowski fracasó, entre otros motivos, por estar dirigida contra Jarosław Kaczyński personalmente. Duda, precisamente por desconocido, fue un candidato más difícil de criticar por no haber argumentos preparados de antemano contra él. En este ambiente de improvisación, algunos de los ataques resultaron contraproducentes, como cuando Newsweek –uno de los medios que menos disimulaban sus preferencias políticas – reveló la ascendencia judía de la esposa de Andrzej Duda, Agata, como si el supuesto antisemitismo de los seguidores de Ley y Justicia fuera a perjudicarle. No ocurrió así.

Durante los últimos años, los numerosos escándalos y casos de corrupción en que se han visto envueltas figuras de las más altas esferas del poder parecieron no afectar a la coalición gobernante ni al presidente, gracias en parte al incondicional soporte mediático del que gozaban. Tan seguro estaba Komorowski de ser intocable desde el principio de su mandato que dio su casa en alquiler por 10 años.

Todo ha cambiado en apenas unos meses. Ahora, incluso las iniciativas más serias de la primer ministro Ewa Kopacz apenas tienen impacto positivo en la opinión pública. Las elecciones legislativas del próximo otoño traerán no solo un cambio de gobierno, sino que supondrán una remodelación total del panorama político del país. Si la tendencia se mantiene, y nada hace prever lo contrario, Plataforma Cívica sufrirá una aparatoso descalabro. El cambio en las tendencias salta a la vista: por vez primera en Polonia, los medios sociales han desbancado a los convencionales, pues el factor decisivo ha sido el apoyo de los votantes jóvenes, mucho más aficionados a internet que a la televisión, y esos jóvenes han votado al candidato del partido de Jaroslaw Kaczyński, conservador en las costumbres y estatista en lo económico.

No es descartable que Ley y Justicia y sus dos partidos aliados consigan en octubre la mayoría absoluta, aunque es más probable que gobiernen junto con la formación del popular cantante Pawel Kukiz, un movimiento antisistema cuyo banderín de enganche son las circunscripciones uninominales y que permanece adrede sin programa hasta la fecha. La oposición al sistema en Polonia tiene poco que ver con lo que podemos observar en otros países europeos (Syriza, Podemos), incluso en la retórica antigermana, también presente. Kukiz se sirve de un discurso patriótico conservador. Fuera de contexto podría parecer nacionalista, pero en las últimas décadas se ha llegado a situaciones patológicas en segmentos de vital importancia para el Estado. Por poner los dos ejemplos más evidentes, el 90% de los periódicos locales están en manos alemanas y todos los grandes bancos del país excepto uno pertenecen a entidades extranjeras.

Mientras tanto, en una desesperada lucha por no desaparecer del Sejm, unen sus fuerzas el Movimiento de Janusz Palikot y la excomunista Alianza de la Izquierda Democrática. La extinción de los postcomunistas no estaría falta de simbolismo 25 años después de la caída del régimen – quedan cada vez menos admiradores del antiguo sistema y la Alianza no ha sido capaz de formular una propuesta atractiva para captar nuevos votantes. El Movimiento de Palikot, por su parte, entró hace cuatro años en el parlamento con el 10% de los votos, lo que numerosos medios europeos entendieron como el comienzo de un cambio social hacia el laicismo izquierdista, cuando en realidad no tuvo que pasar mucho tiempo para que se demostrara que se trataba de un voto de protesta pasajero. Cada paso por las urnas (elecciones europeas, municipales y presidenciales) ha servido para confirmar que la propuesta anticlerical y pro LGTB era poco más que un globo inflado por los medios de comunicación, más progresistas que los votantes polacos. Ahora Palikot cuenta con un apoyo que roza el error estadístico. Quizá su mayor fallo ha sido tratar de imponer un laicismo militante siguiendo un modelo de Europa Occidental, precisamente el de España, por creer que se trataba de un país similar. La intentona ha acabado en parodia seguramente por no tener en cuenta un factor clave: que la Iglesia en Polonia no pasó por la crisis postconciliar que sí atravesó en otros lugares.

La Plataforma continúa su deriva hacia la izquierda, tratando de buscar votos con leyes sobre el cambio de sexo o la fecundación in-vitro (financiada por la seguridad social). También es posible que estos proyectos, aprobados a última hora y a sabiendas que no tardarán en ser derogados por el nuevo ejecutivo, no sean más que una cortina de humo: un guiño a Bruselas sin apenas consecuencias, y no es en absoluto descabellado pensar que estuviera pactado de antemano con la oposición.

En cualquier caso, aunque es posible que tengan razón quienes, con una buena dosis de malicia, sugerían que Donald Tusk, al ser nombrado presidente del Consejo Europeo, en realidad estaba huyendo de un barco que se iba a pique, pocos preveían que el desmoronamiento de la Plataforma Cívica, partido en el poder en Polonia desde hace ocho años, pudiera ser tan rápido y espectacular.

Si no quiere más sorpresas, cambié de canal

May 11, 2015

Hacía tiempo que no me reía tanto. Sobre todo, sin poderlo evitar, de muchos medios extranjeros que tienen una sola fuente de información en Polonia desde hace años. Algunos desde ya casi cincuenta años.

Komorowski ha perdido unas elecciones que no tenía derecho a perder. Todo a favor: el gobierno, todas las televisiones y los principales periódicos…

En enero, Adam Michnik, antiguo desidente y redactor jefe de Gazeta Wyborcza, decía: «Komorowski solo perderá las elecciones si atropella borracho en un paso de cebra a una monja embarazada».

late poll

¿Qué ha fallado? Una mezcla de soberbia e incompetencia. La soberbia ha consistido en que, aun tendiendo como lema «Concordia y seguridad», su campaña ha sido agresiva, cosa que en Polonia gusta poco. Luego despreció a los demás candidatos al no acudir al debate televisivo y concertar para una hora antes ese mismo día una entrevista en otro canal televisivo. Luego, en vivo y en directo, se atrevió a amenazar a un periodista que le mencionó un tema delicado: sus contactos con el servicio de inteligencia militar postcomunista. Y así han sido tanto su campaña como sus cinco años de presidencia.

La incompetencia, en la época de las redes sociales, es más difícil de ocultar. Aquí me remito a su cuenta de twitter, @Komorowski, una mezcla de citas de Paulo Coelho con las de una adolescente con problemas. En sus discursos, Komorowski necesita leer incluso cuando felicita «espontáneamente» a su mujer. Si eso se compara con la elocuencia y el dinamismo de Andrzej Duda, a quien casi nadie conocía hace cuatro meses…

Y después de digerir la sorpresa, comparen el tiempo que el canal informativo estatal ha dedicado en marzo y abril a los candidatos a las elecciones presidenciales en Polonia.

candidatos tvp info

Llama la atención, a quien no ha seguido de cerca la política polaca de los últimos años, el desastre de la izquierda. Eso tiene varias causas.

La primera es que la Plataforma Ciudadana en el poder ya fagocitó hace tiempo a la rama izquierda de solidaridad. Y durante estos últimos años ha ido virando ella misma hacia la izquierda. También ha ido asimilando a los post-comunistas, y ahora ha tratado de atraer el voto de la izquierda radical. Para la segunda vuelta, no le quedan muchos recursos.

El cantante Kukiz se declara antisistema, pero olvídense de la connotación de izquierdas de esta palabra en Europa Occidental. No le gusta la escena política de ahora, con los partidos de ahora, pero tira a la derecha.

¿Y el voto LGTB? ¿No había conseguido un 10% en las últimas parlamentarias? Sí, pero eso fue hace 4 años, en protesta contra Kaczynski y con la ayuda, de nuevo, de los medios afines. En este periodo la gente se ha dado cuenta de que todo era un globo, sin contenido, sin propuestas, y de que además en un país del que han emigrado en los últimos 15 años 3 millones de personas, ese no es el problema más importante.

Interesantes son las encuestas de hace unos meses en los medios afines al presidente y al gobierno. En enero nadie conocía a Andrzej Duda, pero el concierto de apoyo al presidente fue exagerado. Y ese es otro motivo del fracaso: los ciudadanos no confían en los medios tradicionales.

encuestas enero

Huida a Nigeria

abril 10, 2013

Donald Tusk se va a Nigeria. El primer ministro polaco evita estar presente en los actos conmemorativos del tercer aniversario de la catástrofe de Smolensk, la hecatombe que ha dividido la nación polaca hasta límites insospechados desde la caída del comunismo. Tusk hizo una ofrenda floral aún de madrugada y luego salió desde el aeropuerto Fredyryk Chopin hacia Lagos.

No extraña tanto la actitud del mandatario si tenemos en cuenta que cada mes que pasa aumenta el número de los indignados por la actitud del gobierno polaco antes y después de una catástrofe que dista de estar aclarada.

Lo primero que llama la atención es el crecimiento ininterrupido del número de personas que opinan que Lech Kaczynski y sus 95 acompañantes murieron en un atentado. Si al año de la muerte del presidente solo el 8% de los polacos pensaban que el avión del gobierno polaco en el que viajaba el presidente fue intencionadamente siniestrado, hoy ya más del 25% admite esa posibilidad, el 52% no sabe qué opinar, y los que consideran que todo está ya explicado son el 34%.

Quizá más normal sería que las teorías conspiranoicas fueran de más a menos, pero la situación es comprensible si tenemos en cuenta numerosos factores que hacen sospechar de la buena voluntad de los investigadores. La opinión pública polaca se sintió engañada muchas veces, y eso ha chocado con las aseguraciones de Tusk y sus ministros de que la colaboración con Moscú estaba siendo modélica. No lo fue desde el principio.

En primer lugar, esta catástrofe aérea es quizá la única en el mundo civilizado que ha sido investigada por parte de un país sin examinar siquiera los restos del avión. No solo permanece aún este en un depósito en Smolensk, sin que la Federación Rusa lo haya siquiera reconstruido, como estipula la Convención de Chigago, elegida como marco de la investigación, sino que han dado la vuelta al mundo las imágenes de su demolición por parte de funcionarios rusos. No es precisamente el estándar con el que se investigó el atentado de Lockerbie…

Luego, resultó escandaloso el trato dado a los cadáveres: además de que se hicieron las autopsias antes de que llegaran los forenses polacos, los ataúdes fueron sellados y las autoridades de Polonia se negaron a comprobar que todo estuviera en orden, hasta que varias exhumaciones a petición de familiares –asombrados por tremendos errores en los partes médicos-, probaron que algunas de las víctimas no estaban enterradas en sus tumbas.

Fue asombrosa la seguridad con que se suministró a los medios de comunicación desde el primer momento la información de que todo se había debido a un error de los pilotos, que había tratado de aterrizar cuatro veces, quizá forzados por el general Blasik, supuestamente ebrio, a quien el propio presidente Kaczynski habría enviado a la cabina para obligarles a tomar tierra en Smolensk. Ya el día de la catástrofe entre los diputados del partido de Tusk se distribuyó un escueto mensaje telefónico en el que se culpaba a los pilotos. Pues bien, las cajas negras –de las cuales, por cierto, una sigue sin aparecer-, desmienten esta teoría: el general no aparece en ningún momento en la cabina y sus restos mortales fueron encontrados en un sector lejano al lugar donde los pilotos fueron hallados, con lo que toda la teoría de la presión se volatiliza, pero más interesante es darse cuenta de que no hubo intento de aterrizaje, sino un reconocimiento, y que el piloto da la orden de irse en el momento adecuado según las coordenadas recibidas de la torre de control. Magia, datos sacados de la chistera. Parece igualmente es mágico el abedul con el que supuestamente chocó el avión e hizo que cayera boca abajo: además de ser tan resistente que hizo que el avión perdiera un ala, las tres medidas que nos han dado de él en estos años difieren totalmente entre sí: y la última es de 666 centímetros, para más inri.

La Fiscalía polaca también echó más madera al fuego cuando a final del pasado octubre desmintió que se hubieran hallado restos de T.N.T. en el avión, y al cabo de nas semanas se viera obligada a admitir que los aparatos habían señalado precisamente la existencia de dicho componente. En este punto asombra también que las primeras pruebas pirotécnicas se tomaran a los dos años y medio de la tragedia.

No, los polacos no son más dados a la conspiranoia que el resto de los europeos.Los pocos ejemplos expuestos no prueban que haya sido un atentado, pero sí llevan a tratar como poco serias las explicaciones e informes que nos han llegado hasta la fecha.

Dementi

diciembre 17, 2012

Hablaba hace unas semanas de la «papilla informativa» con que nos deleitan los medios de comunicación. No lo escribí por creerme en poder de información privilegiada, pero sí por saber, después de años en Polonia, que las primeras planas en Europa del Este hay que verificarlas pasadas al menos dos semanas.

30.10, 06:30 de la mañana – portada del diario Rzeczpospolita: “Trotilo a bordo” – el periodista Cezary Gmyz afirma que cuatro fuentes distintas le han confirmado que el equipo de peritos y fiscales que analizó los restos del avión de Kaczynski encontró huellas de explosivos.

30.10, 12:30 horas – coronel Ireneusz Szelag, jefe de la Fiscalía Militar: no hemos encontrado rastro de explosivos en el avión.

30.10, 12:00 horas – Jaroslaw Kaczynski, jefe de la oposición: “El asesinato del presidente y de 95 personas es un crimen inaudito. Todo el que cooperó en él, aunque haya sido con trapacerías, debe cargar con las consecuencias”.

30.10, 16:30 horas – Donald Tusk, primer ministro de Polonia: “es algo inadmisible que el líder de la oposición, sirviéndose de un material de prensa inexacto, llegue a conclusiones devastadoras para el Estado Polaco”.

30.10 por la tarde – Tomasz Wróblewski, redactor jefe de Rzeczpospolita: «Nos equivocamos cuando hoy escribimos acerca del trotilo y la nitroglicerina. Podían ser, pero no es seguro que fueran estos componentes». Wróblewski se pone a disposición del dueño del periódico, pero Cezary Gmyz, autor del artículo, mantiene su postura.

01.11 – prensa internacional: Revuelo en Polonia por una falsa noticia en Rzeczpospolita, según la cual en el avión de Kaczynski habría restos de TNT y nitroglicerina.

Y aquí, pasadas unas horas, parece que se acaba la escena. Pero no es así, solo que falta paciencia, ha dejado de ser breaking news. Han ocurrido cosas interesantísimas…

6.11 – Wróblewski y Gmyz son despedidos de Rzeczpospolita.

8.11  – Sale a la luz que el dueño de Rzeczpospolita, Grzegorz Hajdarowicz, habló en la madrugada antes de la publicación del texto de marras con Pawel Gras, portavoz del gobierno de Donald Tusk…

05.12 Fiscalía Militar: “que el detector señale “TNT” no quiere decir que halla encontrado explosivos”. La Fiscalía afirmó también que podían ser restos de cosméticos, de betún o de salchichas, o restos de explosivos de la II Guerra Mundial (sic!); respuesta del fabricante de los detectores, Jan Bokszczanin: “si los aparatos indican trotilo, la probabilidad de que no lo haya es igual a cero… ¿Cómo apareció el trotilo en ese lugar?… Eso ya no es asunto mío”.

10.12 Jaroslaw Gowin, ministro de justicia de Polonia: “hoy ya sabemos que en el avión de Kaczynski había trotilo, pero de eso a afirmar que hubo un atentado hay un largo camino”

13.12 Radek Sikorski, ministro de asuntos exteriores de Polonia: pide a la baronesa Ashton ayuda para recuperar el avión de Kaczynski. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso responde da muestras de su extrañeza e informa que, de momento, eso es imposible.

14.12 Donald Tusk –primer ministro de Polonia: “Rusia a veces expone su punto de vista acerca de la devolución del avión (de Kaczynski) de un modo arrogante.  Rusia se pone en una situación ambigua al no entregárnoslos”.

O sea, que sí había trotilo. Lo cual no quiere decir que esa fuera la causa de la catástrofe. Pero si estaba todo tan claro, ¿para qué negar la mayor? Si antes de despeguar había ya restos de trotilo en el avión y lo dejaron despegar, malo. Si aparecieron después, peor.

Por otro lado ¿no andaba tan bien la colaboración con el Kremlin? Pues no: no andaba, ni anda, ni andará. Lo dije y lo repito: da igual que Putin y sus servicios no tuvieran nada que ver en la catástrofe. Para ellos es una ocasión fabulosa de influir en la política interna polaca. Lo ideal desde su punto de vista es que parezca un atentado pero sea imposible demostrarlo. Que Sikorski y Tusk se den cuenta pasados dos años y medio de la catástrofe de que Moscú no ayuda en la investigación los deja en muy mal lugar. El problema no es que Rusia obstruya, sino que las propias instituciones polacas hacen todo lo posible para no hacer nada. Entre tanto, parece que ya son siete los cadáveres que no fueron enterrados en sus tumbas. Ni los entierros los hicieron bien.

Y sobre el chivatazo del dueño de Rzeczpospolita al portavoz de de Tusk, no hay palabras. Hajdarowicz se hizo con el periódico más serio del país gracias a la ayuda inestimable del gobierno, que presionó al dueño de Rzeczpospolita, la británica Mecom, hasta que consiguió que vendiera sus acciones. Hajdarowicz no tenía tanto dinero. Lo compró gracias a un crédito de Leszek Czarnecki, uno de los hombres más acaudalados del país, de quien por cierto Rzeczpospolita escribió años atrás que había sido confidente de la policía secreta comunista.

Durante los primeros meses Hajdarowicz se limitó a cambiar de redactor jefe. Pawel Lisicki pasó a dirigir el semanal Uwarzam Rze, también propiedad de la misma compañía, pero parecía que seguiría habiendo libertad a la hora de escribir. Lisicki, que criticó a Hajdarowicz en una entrevista por sus métodos, también fue despedido, pero en solidaridad con él abandonaron la revista treinta periodistas. Eso no pasa todos los días.

Está cada vez más claro que Hajdarowicz recibió el encargo de hundir un diario que le buscaba las cosquillas al gobierno y que toda esta operación poco tiene que ver con el libre mercado. Lo está haciendo maravillosamente bien.

Un consejo antes de terminar: tengan cuidado si se limpian los zapatos antes de entrar en un avión, o si se comen un chorizo: lo mismo los detienen por llevar explosivos a bordo.

¡…y además era pelirroja!

noviembre 17, 2012

En estas últimas dos semanas hemos pasado en Polonia por un auténtico vendaval, de nuevo a causa de la catástrofe Smolensk. Y puedo añadir que lo había anunciado con semanas de antelación.

El principio de la secuencia es bien conocido: primero el diario Rzczepospolita anunció que habían encontrado restos de TNT y nitroglicerina en el avión en el que se estrelló el presidente Kaczynski. Pocas horas después, Jaroslaw, el gemelo, pide la dimisión del gobierno de Donald Tusk, y al rato la Fiscalía Militar explica en rueda de prensa que no se había encontrado nada.

A los pocos días, el dueño del diario anuncia el cese del periodista que dio la noticia, el del redactor jefe y otras dos personas.

Lo que supimos algo más tarde, por casualidad, fue que la madrugada en que se estaba preparando la publicación de la noticia el dueño de Rzeczpospolita mantuvo un encuentro con el portavoz del gobierno…

…y que despidió al periodista Cezary Gmyz porque éste se negó a comunicarle cuáles habían sido las cuatro fuentes de las que había obtenido esa información.

Pintan bastos para el periodismo de investigación en Polonia. Ya pintaban desde hacía tiempo. De hecho, muchos nos preguntábamos cuánto tiempo iba a durar el periódico Rz siendo crítico al gobierno cuando, después de una operación de acoso y derribo, el anterior accionista mayoritario, la británica Mecom, fue practicamente obligado a vender el 51% que poseía a un hombre de negocios cercano al partido del gobierno de Tusk. De esta manera, quedó la práctica totalidad de los medios de papel en manos de una opción política, dueña además desde hace tiempo de todos los grandes canales de televisión. Pluralismo de medios, que se dice.

Pero no quería escribir sobre esto, sino sobre la Fiscalía y sus meteduras de pata. Cómo ocurrió exactamente lo de Smolensk, aún no lo sabemos, pero creo que llegaremos en no demasiado tiempo a la verdad de la cuestión si quien nos lo ha de obstaculizar es precisamente esta Fiscalía:

Volvamos al principio: Rzeczpospolita escribe lo del TNT y la Fiscalía manda un mensaje claro: «ahí no había nada, o por lo menos aún no lo sabemos». Dicen esto después de que, pasados más de dos años, por fin vaya alguien a Smolensk con un detector de explosivos y a medir de una vez el abedul con el que supuestamente chocó el avión, que también se las trae…

Luego los medios afines al gobierno nos dicen que el detector pudo ver algo, pero que podían ser restos de perfumes. Luego que restos de materiales explosivos que se habrían quedado en el avión provenientes de ropa de militares que habían estado en Afganistán. Los más «graciosos» sugerían que podían ser explosivos de la II Guerra Mundial que habrían quedado en los campos de Smolensk.

Pero para finalizar la faena, la Fiscalía Militar informa de que «debido a la presión de la opinión pública», han hecho las mismas pruebas en otro avión Tupolev de uso del gobierno, y en él «también» (sic!) había restos de materiales de alta carga energética, así que no hay de qué preocuparse porque eso es algo normal.

Señores ¿hay o no hay? ¿Ser o no ser? ¿Sólo o con leche?

Es como en el chiste en el que la esposa le echa en cara al marido que la está traicionando con una rubia.

– Te prometo que no te estoy engañando con nadie… ¡y además era pelirroja!

Explosión en el psiquiátrico

octubre 28, 2012

Polonia es un país de locos. Quién más, quién menos, seguro que casi todos lo que han pasado por la experiencia de vivir una temporada larga en un país post-comunista pueden decir lo mismo. Pero quería ir algo más allá de la metáfora: en Polonia triunfa la locura en el sentido literal de la palabra, pero quien se conforma con la dosis diaria de papilla pseudo-informativa que las agencias nos suministran de un tiempo a esta parte no podrá enterarse.

Digo que Polonia es un manicomio porque basta con hacer algo de hemeroteca para descubrir que es algo fuera de lo normal la cantidad de teorías que se atribuían exclusivamente a grupos marginales de locos o extremistas y que han acabado siendo ciertas. El último episodio de esta larga serie es, sin duda, el más simbólico, pero por desgracia es también el más macabro y quizá el de consecuencias más desastrosas para Polonia y los países de la zona. Me refiero, por supuesto, a la investigación de la catástrofe de Smolensk.

Más que globalizado, no creo andar muy descaminado si afirmo que el mundo esta goebbelslizado. Después de vertir hectolitros de mentiras o de desinformar involuntariamente durante meses, ¿qué medio de comunicación va a preocuparse de rectificar pasados unos años, cuando la “inmediatez” ha dejado de existir y el espectador solo espera que el show continúe? Por fortuna, tienen los polacos experiencia sobrada en esta materia, y paciencia, toneladas de paciencia.

Pero vayamos al grano. Ya escribí en su momento que seguíamos desconociendo lo que había pasado con el avión de Kaczynski, pero que sí sabíamos algo de lo que no había ocurrido. Lo que, con honrosas excepciones, nos transmitió la inmensa mayoría de los medios extranjeros fue lo que quiso Putin: que el avión se cayó por culpa de los pilotos, que trataron imprudentemente de aterrizar cuatro veces en el aeropuerto de Severnyy cuando la niebla lo impedía, y que lo hicieron seguramente por presión del “primer pasajero” –el presidente Kaczynski, que envió a la cabina como emisario a uno  de los generales de más rango. El choque del ala con un abedul hizo el resto. Quienes dudaban de esta versión eran, sin duda, energúmenos irresponsables cuyo único motivo tiene que ser por fuerza el odio a Rusia o una conspiranoia profunda: locos. Y daba igual que no afirmaran en voz alta que había sido un asesinato –seguro que, en lo más profundo de su ser, estaban pensando en eso. Además, era cierto que Estado polaco había cometido algunos errores en la preparación del viaje, pero luego fue capaz de levantar cabeza: aprobó duro el examen de madurez al que fue sometido, nos decían.

Dos años y medio después, los restos del avión siguen en Rusia, igual que los originales de las cajas negras. Se demostró rapidamente que los pilotos no trataron de aterrizar ni una vez, y que la presencia del general en la cabina es un mito, y que en lo que había en el aeropuerto de Smolensk era más bien una torre de descontrol. Pero ni eso ni las repetidas humillaciones a las que Putin sometió al primer ministro polaco Donald Tusk a lo largo de los siguientes meses fueron suficientes para que la opinión pública polaca dejara de dar por válida la versión oficial.

Pero he aquí que las exhumaciones de dos de los más eminentes viajeros del siniestrado avión sí han logrado poner patas arriba el juicio de los ciudadanos. Anna Walentynowicz, heroína de “Solidaridad” no reposaba en su tumba. Ryszard Kaczorowski, último presidente polaco en el exilio, seguramente tampoco. Ni de sepultar dignamente a sus representantes fue capaz el Estado polaco.

Ahora el gobierno y sus voceros callan. Mientras, la semana pasada tuvo lugar en Varsovia una conferencia científica dedicada a la catástrofe. ¿Y cual es el resultado de las investigaciones de los más afamados investigadores polacos (incluyendo a expertos con experiencia en la NASA)? Voila: ¡dos explosiones cuando el avión aún estaba en el aire!

No salió por ningún sitio la palabra atentado. Se desconoce aún el origen de las explosiones. Yo mismo sigo sin estar convencido del derribo intencionado del avión, pero no porque no crea capaces de algo así a los responsables del “rescate” de los rehenes del teatro Dubrovka, de la “liberación” de los marineros del Kursk o de volar varios bloques de edificios en Moscú para justificar una guerra en Chechenia. La respuesta “esas cosas no pasan” me parece ingenua. Cómoda, por supuesto, pero letalmente ingenua. De hecho, como bien señalan algunos periodistas, el Kremlin ha logrado desde entonces casi sin esfuerzo todo aquello que se había propuesto en esta zona de Europa.

Sería fácil tumbar una hipótesis tan alocada teniendo todos los medios al alcance de la mano, pero el gobierno polaco calla. Elocuente silencio. Y ese es el principal problema: que Smolensk es cuestión de fe. Y para Putin esta situación es ideal: puede según su antojo dejar que aparezcan pruebas en uno u otro sentido para hundir a Tusk o sacarle del aprieto según convenga. Da igual que fuera un atentado o no porque el resultado es el mismo: él gana.

Siete años de infamia

octubre 7, 2012

Algunos ejemplos -¿cuántos van ya? – de la crisis de un sector en decadencia, en el que factores como talento y esfuerzo han dejado de primar y no son precisamente los mejores los que se libran de los EREs.

Hay países con tendencias ciertamente masoquistas, pensarán algunos. El partido de Jarosław Kaczyński, Ley y Justicia, ganaría hoy las elecciones parlamentarias en Polonia con casi un 40% de apoyo popular, según los últimos sondeos. Pero ¡si nadie quería verlo ni en pintura! Y además ¿no se estaban normalizando los polacos? ¿No se habían vuelto tan proeuropeos? La situación sería incomprensible si nos dejaramos guiar unicamente por la información que ha estado saliendo al exterior.

Sólo la verdad es interesante, decía aquel gran escritor, tan injustamente olvidado, Józef Mackiewicz. Cuando pase el tiempo y alguien revise en los anales periodísticos lo que se ha escrito en el extranjero sobre Polonia desde 2005, podrá llegar a dos conclusiones: o los corresponsales con sede en Varsovia se dedicaron a escribir solo de oídas, sin contrastar, o, peor aún, enviaron a conciencia a sus redacciones matrices una imagen distorsionada de este país.

En 2007 cayó el gobierno de Kaczyński y fue sustituido por el de la Plataforma Cívica de Donald Tusk. Kaczyński irritaba con razón a muchísima gente, especialmente por sus formas, y su gabinete parecía con frecuencia estar sumido en el caos. Lo que no podía esperarse, porque por aquel entonces los partidos de ambos líderes se parecían mucho tanto por sus principios como por la gente que los componía, era que se cumpliera a la letra la antigua máxima: que el poder absoluto deprava absolutamente. Y, especialmente desde la catástrofe de Smoleńsk, la Plataforma ha detentado un poder desconocido en este país desde la caída del comunismo.

No quiero aburrir con apellidos impronunciables y situaciones que a nadie suenan. Sobre todas y cada una de las siguientes cuestiones puedo dar datos concretos. Quien esté interesado, puede preguntarme.

Se han vertido hectolitros de tinta sobre, por ejemplo, los supuestamente graves problemas de los homosexuales en Polonia, mientras que ahora hay gente condenada a pena de prisión por ofender en una página de internet al presidente del país –pero como no se llama Pussy Riot, es como si no existiera.

Se sigue hablando de la época de los Kaczyński (ahora solo uno) como de un periodo de opresión, cuando ahora Polonia se encuentra a la cabeza de la UE en número de escuchas telefónicas policiales por ciudadano.

Se regodeaban del oscurantismo del anterior gobierno, y es ahora cuando existe auténtico miedo en las universidades a investigar temas espinosos y hay quien se ha visto obligado a emigrar por escribir “sin autorización” sobre Lech Wałęsa.

Igual ocurría con la libertad de expresión, supuestamente amenazada entonces, mientras que es hoy cuando uno se arriesga a que los jueces lo condenen a pagar onerosas multas si critica al redactor jefe de uno de los periódicos pro-stablishment. Es más, uno puede ser demandado por escribir que ese periodista intimida a otros por medio de denuncias. Hasta hace bien poco, era capaz de eliminar de la vida pública a quien quisiera con un editorial, ahora necesita la ayuda de los jueces, se ve que su pluma ya no le basta para convencer.

Antes nos querían imponer a todos un cristianismo casposo y rancio por la fuerza, decían, y resulta que ahora se le impide el acceso a la plataforma digital a una televisión católica solvente empleando oscuros tejemanejes que ocultan una motivación política, mientras se deja entrar a otras cuyas garantías financieras son inexistentes.

El populismo era un gravísimo problema entonces: en el régimen actual el clientelismo y la contratación masiva de funcionarios ha llegado a límites inéditos en la historia de la Polonia contemporánea y la corrupción vuelve a ser un problema grave. El amiguismo es visible en la cúpula entre el poder ejecutivo y el judicial.

El de los gemelos era un gobierno incapaz: éste ha conseguido que para llegar desde Varsovia a Gdańsk se necesite más tiempo que antes de la II Guerra Mundial, construir una línea de metro en la capital raya el milagro y cada tramo de autopista, en un país llano como la palma de la mano, es una odisea –y el doble de cara que en España, además.

Supuestamente las relaciones con Rusia han vuelto a la “normalidad”, pero resulta que dos años y medio no son bastantes para que los restos del avión presidencial siniestrado en Smoleńsk sea devuelto a su legítimo dueño, que es el Estado polaco, y que, siendo país de tránsito, se paga por el gas una de las tarifas más caras de la UE.

Smoleńsk es un episodio aparte. Normalmente, acontecimiemtos de este tipo son fuente de todo tipo de conspiranóias que pueden seguir funcionando en el imaginario popular, aunque cada vez con menos fuerza. Aquí, los errores, falsedades y escándalos -profanación de cadáveres incluída- con que nos han deleitado han sido de tal envergadura que, si un año después del desastre un 8% de los polacos creían en un atentado, en abril de 2012 eran ya un 18% y sigue aumentando, con motivo.

Podría seguir. Logicamente, los periodistas extranjeros no tienen culpa de que Polonia sea cada vez más parecida a una república bananera –hay quien habla de Bielorrusia-, pero entonces ¿por qué han estado mostrando una imagen tan distante de la realidad? Ellos sabrán. Se me ocurren dos explicaciones:

La primera es conviene a países terceros y lobbies diversos dar palmaditas en la espalda a los actuales mandatarios polacos, tan blanditos y fáciles de manejar. No me refiero a complots de ningún tipo, basta con aprendices de periodistas cegados por la dictadura de lo politicamente correcto.

La segunda es que, como en tantos otros ambientes, el periodismo funciona muchas veces a base de confianza, lo cual no es malo. El problema del caso polaco radica en que los medios de fuera la han tenido depositada ciegamente desde hace cuarenta y cinco años en una sola persona con nombre y apellido que sí mencionaré: Adam Michnik, fundador -junto a Wajda, etc.- de la mítica Gazeta Wyborcza, ex-disidente de la época comunista, precisamente aquel redactor jefe a quien tan arriesgado es criticar del que hablaba hace unos párrafos. La gente cambia, a veces para mal. Desde el exterior pueden no darse cuenta, pero a quienes han estado aquí debería encendérseles una lucecita tras ser testigos de la condena de un poeta porque, según sentencia el juez, «las opiniones negativas sobre Adam Michnik violan los principios de convivencia social«.

Solo la verdad es interesante, decía Mackiewicz. Uno puede consolarse pensando que ya vendrá el juicio final para poner las cosas en su sitio. Sin embargo, creo no tendremos que esperar tanto para que muchos, si conservan un mínimo sentido de la decencia, se desdigan de las mentiras de las que han estado viviendo. Es más, pienso que van a arrepentirse de haber dejado escapar una gran ocasión. Aviso: este otoño va a ser acalorado en Polonia y los pillará a contrapié.

Metedura a de gamba presidencial

junio 1, 2012

No tuvo Obama mejor ocurrencia durante la ceremonia de entrega de la Medalla de la Libertad a título póstumo a Jan Karski -el bravo correo polaco que informó a las potencias aliadas sobre lo que ocurría en los campos de concentración y exterminio alemanes- que referirse a aquellos atroces lugares como «campos de concentración polacos» porque se encontraban en la Polonia ocupada.

Hay quien se extraña de la alergia que los compatriotas de Karski sienten cuando escuchan frases parecidas y piensa que exageran. Va por ellos 🙂

Se entiende mejor, ¿verdad? Gracias a Dios, el propio presidente americano ya pidió perdón por carta, pero me convenzo cada vez más de que, si sigue así la tendencia, de aquí a veinte años los polacos tendrán que pedir disculpas por comenzar la II Guerra Mundial.

Laicismo de quita y pon

noviembre 29, 2011

El fenómeno del nuevo «laicismo» en Polonia es sólo un juego de «post-política»: abundancia de cinismo y escasez de ideología.

(escrito para Aceprensa)

Hace tan sólo unas semanas Janusz Palikot era un «donnadie», otro más en la lista de los politicos deshauciados. De la noche a la mañana pasó de ser el bufón de la corte a adalid de las minoría discriminadas, defensor de los oprimidos por el Estado y martillo contra la Iglesia polaca. Entró en el renovado Parlamento con cuarenta diputados y los medios progresistas tanto nacionales como extranjeros lo ponen en un pedestal y se congratulan de los profundos cambios ideológicos que, opinan, tienen lugar en Polonia. (más…)