Esto sí es una frontera

Hacía ya varias semanas que prometí escribir sobre mi corto periplo por Ucrania, pero siempre me salían asuntos más urgentes. Esta es la primera entrega.

Para que tengan de veinticinco años más o menos para abajo y también los mayores que no hayan salido de la UE, el concepto de frontera debe presentarse como algo abstracto. En cualquier caso nada tiene que ver con lo que siente un ucraniano, un ruso o un polaco dedicado al comercio fronterizo -tanto legal como ilegal, pero esencialmente ilegal- en el paso Mostyćka-Sheginy, por poner un ejemplo.

Bien, no era la primera vez que pisaba antigua tierra soviética , pues ya había visitado antes Lituania. Además, once años en Polonia dan para oír cientos de historias -las más, divertidísimas- sobre como se las arreglaban los polacos para llevar escondidos cigarrillos y mil cosas más al Berlín de antes de la caída del muro, o para traer del otro lado del telón de acero publicaciones anticomunistas y libros religiosos. Pero una cosa es oírlo y otra muy distinta verlo con los propios ojos.

La ocasión se presentó este verano. Durante unos días iba a dedicarme a coordinar el trabajo de un grupo de bachilleres espanoles que venían a ayudar en la construcción de una iglesia en Przemyśl, en el sudeste polaco. Pensé que merecía la pena llevarles a Lviv, una joya de ciudad que por obra y gracia del camarada Stalin quedó fuera de Polonia tras la II Guerra Mundial.

Para evitar meterme en algún lío descomunal en excesiva compañia decidí echar un vistazo solo por mi cuenta un par de días antes. En Przemyśl me monté una furgoneta y en unos diez minutos me encontré frente al cordón externo de la UE, y vaya si que me encontré solo: muy solo en ese mar de contrabando de vodka y cigarrillos que es la frontera para peatones polaco-ucraniana. Increíble lo que da de sí la cinta aislante para pegarse objetos al cuerpo.

Desde luego me quedó claro que era el único turista en la multitud. De ese estado de estupefacción me sacó una amable senora que pensó que era un estudiante ucraniano perdido y sin nada que declarar y me hizo llegar en un abrir y cerrar de ojos hasta la aduana. Si yo seguía aún fuera de juego, los funcionarios, primero polacos y luego ucranianos, sí que estaban intrigados: «Ispanets?» («¿español?»). La misma cara de decir «¿y qué se te ha perdido aquí, mi alma?». Sí, la verdad es que no pintaba mucho. El cruce duró sólo media hora y es todo record. Las siguientes siete veces oscilaron entre dos horas y media y ocho horas.

Y una vez del otro lado, me subí en una «marshrutka» en dirección a Lviv. Pero sobre lo que es la «marshrutka» y sobre los demás cruces de esta simpática frontera seguiré escribiendo en otra ocasión.

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6 comentarios en “Esto sí es una frontera”

  1. Pablo Says:

    Hola, muy interesante y entretenido tu blog. Aún habiendo vivido en un ex-país socialista, Polonia y los países del báltico son aprte de los destinos que algún día espero poder conocer.
    Saludos desde Chile, Pablo.


  2. fantástico Higinio! te seguiré leyendo… el resto de la historia de tu viaje a Ucrania, claro… cuándo sigues? je je, qué insistente soy, no?

    después te pondré un link!

    Pablo: qué alegría encontrarte por aquí, hoy te dediqué la pregunta de un post!

    un abrazo fuerte!


  3. No nos dejes en suspenso mucho tiempo, eh.


  4. Que bueno. Me encantó el comentario. Habia visto tu sitio hace tiempo atrás y luego lo perdí. Frontera? Todavía? Yo recuerdo la de mi país Eslovenia cuando era «socialista», como se pasaban hasta simples lamparitas de luz con todos los riesgos de llegar destino como vidrio triturado. Pero sabes me recuerda tambien otra que he visto hace pocos dias en la TVE la de Ceuta o Melilla ni recuerdo cual de las dos! hacia Marruecos. Pobres «mulas» cargando inmensos fardos, verdaderamente indigno del mundo de hoy, sentí verguenza ajena.
    Gracias por estar y permitirnos tus comentarios en español….ay, ay, ay, hay tantos sitios pero todos en polaco! El idioma polaco no es para cualquiera!! y eso que domino un idioma eslavo.

  5. Higinio J. Paterna Sánchez Says:

    Gracias por los comentarios.

    El caso, Ljudmila, es que a esta frontera le queda todavía tiempo por delante, porque a partir de enero Polonia pasa a formar parte del tratado de Schengen, así que para los pobres ucranianos que viven del comercio fronterizo la vida va a ser más complicada, aunque lo haya descrito con una pizca de humor.

    Me parece que habeís sido los eslovenos los que mejor y más rápido habéis conseguido salir del comunismo, a pesar de todo lo que habéis sufrido.

    Saludos (y muy bien por el blog sobre Juan Pablo II)


  6. […] El pasado abril tuve ocasión de asistir en Kiev a un encuentro empresarial hispano-ucraniano. Tengo que reconocer que el Este me atrae. Señal clara de avanzada polonización, aunque ésta también podría manifestarse en una alergia incurable a todo lo oriental (ruso y ucraniano, especialmente). En cualquier caso, este viaje fue bastante diferente a los anteriores. […]


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